jueves, 18 de agosto de 2016

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Hola a todos! Vengo de pasar 5 días en mi paraíso, mi sanatorio. Estoy hablando de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Lo nombro así y no un pueblo en concreto porque cada vez que vamos nos recorremos varios pueblos y aldeas, y no podría decir cuál es mi favorito. 

Hace tiempo leí "El poder curativo de la naturaleza" y durante ese periodo cada vez llegaba a mi más información sobre el baño de bosque o shinrin yoku (en japonés). 

El shinrin yoku o baño de bosque es una terapia contra el estrés, con la que, realizando un paseo por la naturaleza durante 2 horas una vez por semana, se encuentran diferencias significativas en los marcadores del estrés, como es, por ejemplo, la concentración de cortisol en sangre. Con técnicas avanzadas en neurobiología se ha encontrado que disminuye la actividad del cortex prefrontal, encargado de las funciones ejecutivas, como planificar, resolver problemas y tomar decisiones, pero aumenta la actividad en otras zonas relacionadas con la emoción, el placer y la empatía. 
Expertos en inmunología han encontrado que aumenta el nivel de células NK (natural killer) en sangre, un tipo de glóbulo blanco que contribuye a la lucha contra las infecciones y el cáncer. Afirman que los compuestos volátiles emitidos por los árboles son los responsables de este efecto.

Después de esta explicación y de experimentarlo voy directa al grano.  La conexión con el bosque, con la naturaleza te trae de vuelta a ti mismo, a la esencia, al silencio y la tranquilidad, a lo que debe ser. 
Vivimos algo tan artificial y acelerado que acabamos perdidos, llegando incluso a no saber quiénes somos. No hablo únicamente de quién es la persona que tengo a mi lado, sino también de uno mismo. 
¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Qué me gusta a mi? Y después, ¿Quién es esa persona que tengo en frente? ¿Qué inquietudes tiene? ¿Cómo se siente?
A esto sólo puedo llegar desde mi parada, mi paréntesis en la borágine de vida que es el hoy (que siempre piensa en mañana). Ansiedad por llegar, ¿a donde? Ansiedad por tener ¿qué? Ansiedad por ser ¿quién?
¿Qué importa eso cuando estoy respirando debajo de un castaño?


Estoy aquí, tengo el ahora y soy este momento. No necesito nada más. Ni siquiera terminar el camino para llegar al siguiente pueblo. Párate si es necesario y respira, escucha y observa. Sólo sé.

De esta manera me influye nuestra sierra cada vez que la visito, cambiando mi perspectiva, haciéndome más reflexiva y bajando mi ritmo a veces acelerado.
Deseando que sea pronto la vuelta, un saludo.
Namaste


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